El huanengo o guanengo es un huipil corto, que consiste en un rectángulo de lienzo blanco con una abertura en el centro para la cabeza. El escote, los hombros y los bordes de las mangas están bordados en lana, con flores y estrellas en lila y negro en punto “satín”, “ojal” y “atrás”. Años atrás, se solían hacer estas prendas con algodón hilado a mano y luego tejido en telar de cintura, en dos lienzos y con bordados en hombros, escote y mangas en color “solferino” (rosa mexicano).
El guanengo es a base de grecas indígenas en punto de cruz en Tarecuato; también se cuenta el punto de cruz de Tzintzuntzan, y el guanengo bordado de Cocucho.
Los artesanos trabajan en el taller familiar, y aunque venden sus productos no es el ingreso económico la única motivación, es la costumbre, la tradición de siglos. A los michoacanos, en especial a estos artistas, los caracteriza una gentileza, una dignidad, que reconforta a los visitantes. Cada pieza que elaboran tiene un pedazo de su alma, que guarda los secretos profundos de su raza, transmitidos de generación en generación.
Estos artistas anónimos, como se ve, nos dan la esencia de la mexicanidad, su trabajo es una tarea de vida. Lo que tienen y toman lo transforman y nos lo ofrecen. Es el arte de los pueblos de Michoacán. Los vestidos de las mujeres indígenas tienen bordados que indican una interpretación de acuerdo a su edad o cargo político-social en la comunidad. Los listones atados al cabello son una característica en su vestimenta que denota su «estatus social», entonces, mientras más brillantes sean los colores en la vestimenta implica menor jerarquía, y entre más obscuros sean los colores, significa e implica mayor respeto