La bruja de alhóndiga

1937 año trágico para el pueblo de Tlalpujahua, en mayo se habían roto los muros que separaban y contenían los residuos de la separación de metales de la mina dos estrellas. Después de días interminables de lluvias arrastrando la parte baja del pueblo, enterrando vidas y esperanzas de un pueblo de efervescencia minera y religiosa. Había una antigua tumba sin nombre en el cementerio de la iglesia del Carmen, una placa gruesa de granito negro sellaba la fría y misterioso tumba separada del resto.

La leyenda contaba que estaba enterrada en vida un ente peligroso de mujer que practicaba la magia ancestral prehispánica, una mujer mazahua de nombre Ajense Sibi (cielo fuego o cielo encendido) en lengua mazahua. Los trabadores de la hacienda que se encontraba en el barrio del Carmen la describían como una mujer de rasgos indígenas, piel canela y unos ojos verdes bellos, heredados de su padre.

Un acaudalado hombre español que había arribado a tierras michoacanas y que era socio del dueño de la hacienda del Carmen y que había diseñado la capilla donde por muchos años se encontraba la virgen del Carmen. Ajanse fue instruida desde pequeña en artes y rituales de magia ancestral por su abuela, enseñando a curar con hierbas y despojos de malignos espíritus. Un octubre su belleza relucía entre brasas y pócimas y quemas de hierbas nocturnas propias de los rituales de luna llena. Cuando un grupo de hombres trabajadores de la hacienda, cegados por el alcohol irrumpieron en su traje ,golpeándola salvajemente y tratando de abusar de la joven, en el forcejeo la olla rodo cayendo en su rostro lo contenido quemándola inmediatamente fue ese suceso que hizo huir a los hombres, dejándola gritando y llorando del dolor. En los meses siguientes hubo sucesos inexplicables, hombres muertos, colgados de los árboles que rodeaban la hacienda, castrados y sin ojos que les extraía con un cuchillo.

Rostro desfigurados, un total de 38 muertos se encontraron en último año y no había explicación a los sucesos solo rumores de la bruja Ajanse que ya no se sabía de ella después de la fatídica noche. En un acto de desesperación el dueño de la hacienda organizo un grupo de hombres y armados irrumpieron en la trojes de Ajanse ahí la encontraron con el rostro desfigurado y de cráneo desmembrado donde solo se le podría ver un ojo y el labio carcomido, entre llagas del rostro y sin cabello un ente espeluznante los hombres la sometieron y hurgando entre sus frascos encontraron los miembros y ojos así como piel extraída de los cuerpos de los muertos colgados, la ira de los hombres se acrecentó golpeándola con furia dejándola semi inconsciente, mientras ella les lanzaba maldiciones en mazahua, el cuerpo de Ajanse fue enterrado en el cementerio junto a la capilla contigua del Carmen, colocando sobre el ataúd una placa de granito negro que el hacendado había mandado hacer para su cripta familiar.

Ordenó le colocarán sendos broches de acero sobre sobre la placa para amarrar el ataúd de mármol negro. Ajanse que en mazahua dictaba su venganza. Ese marzo de 1937 las fuerzas de las lamas destruyó el ataúd de Ajanse y libero ese ente maligno, espíritu encriptado desatando sucesos inexplicables. Cuentan los abuelos que Ajanse como ser maligno se dejó ver en noches de luna llena en varios lugares de la hoy calle de la Alhóndiga la describen como una sombra larga y ancha, sombra gris que huele a fogón ardiente y podredumbre, solo los hombres son testigos de su visión de sus encuentros sintiendo su presencia y aroma, de reojo su rostro desfigurado y descarnado, así fue la vida por décadas en Tlalpujahua pueblo mágico, místico e enigmático.

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