México cuenta con más de 3,000 volcanes monogenéticos presentes, que tuvieron una sola erupción y se apagaron, éstos son causa de estudio y de atención en el país por la posibilidad de que surjan otros como ellos, muy peligrosos para los asentamiento humanos pero que se pueden predecir con al menos dos meses de anticipación.
Un volcán monogenético, es aquel que hace una erupción una sola vez en un lugar donde no hay un volcán previamente y que forma un edificio volcánico, un cono, un domo con un flujo de lava.
Lo interesante es que cuando se apaga nunca más vuelve a entrar en erupción y que después de algunos años, ya no hay evidencia de actividad, razón por la cual, aunque se han registrado tres millares, sólo se sabe con cierta precisión cuándo se formaron treinta de ellos.
La actividad volcánica es algo que no es previsible, en general; todavía no se sabe lo suficiente y es posible que en algunos casos sea totalmente aleatorio, no hay duda de que va a ocurrir una erupción, un fenómeno que está relacionado con procesos profundos y sigue la zona de subducción (el hundimiento de una placa tectónica debajo de otra).
Afortunadamente, si sucediera algún evento, la sismicidad es clave para reaccionar con dos o tres meses de anticipación. Así sucedió con el último volcán monogenético registrado en tierras michoacanas, el Paricutín, que tuvo la eyección larga con nueve años de duración.
Ubicado en el estado de Michoacán, con una altura de 3.170 metros, el Paricutín hizo erupción el 20 de febrero de 1943 y su actividad terminó el 4 de marzo de 1952.
La lava cubrió un área de 40 kilómetros y destruyó el pueblo de San Juan Parangaricutiro, del que sólo ha quedado visible la torre de la iglesia y que con los años se ha convertido en una atracción turística. El volcán se encuentra en una de las dos zonas más peligrosas: el campo Michoacán-Guanajuato (con 1.100 de estos volcanes y 400 medianos) y la sierra Chichinautzin”.
La subducción de la placa de Norteamérica por las placas Rivera y de Cocos genera sismos y vulcanismo en la Faja Volcánica Trans-mexicana, donde predominan los monogenéticos. En la sierra Chichinautzin se han estudiado el Pelagatos y el Pelado, así como las lavas del Xitle; y en el campo volcánico Michoacán-Guanajuato, el Jorullo, el Paricutín, Las Cabras y Las Siete Luminarias, entre otros.
Entre los hallazgos sobresale una zona cercana a Tacámbaro, al sur de Morelia, con muchos monogenéticos de creación reciente. En otra área, próxima a Uruapan, está El Metate, de apenas 700 años de edad y uno de los más grandes en esta categoría.
Aunque la amenaza de que surjan repentinamente esos volcanes no deja de estar latente, los volcanes de los que las autoridades y la población están más pendientes son los poligenéticos, que presentan varias erupciones, una vida larga y grandes edificios.
Según el Instituto de Geofísica de la UNAM, en México existen doce volcanes activos, entre los que destacan el volcán de fuego de Colima y el Popocatépetl, porque sacan fumarolas con cierta frecuencia y el primero tuvo en 2017 erupciones de lava y material piroclástico. A diferencia de esos grandes volcanes, que expulsan piedra pómez (material poco denso, esponjoso y lleno de gas), los pequeños lanzan tezontle (una roca más negra, pero también llena de gas) y emiten gases como dióxido de carbono (CO2) o de azufre (SO2), con potencial de afectar el clima.
Dionisio Pulido, el único mexicano que vió nacer un volcán y vivió para contarlo. - Michoacán
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