Tangancícuaro es pueblo de origen prehispánico que estuvo sujeto al dominio purépecha. Durante las luchas independentistas fue víctima de saqueos e incendios, no obstante, llegado el periodo de paz, se reconstruyó con relativa rapidez. Para 1913 se involucró como escenario de la Revolución Mexicana cuando en sus inmediaciones se enfrentaron fuerzas del general Guillermo García Aragón y las del coronel federal Manuel Fernández Guerra.
Fuera de la iglesia dedicada a la Asunción (data del siglo XVIII), los atractivos turísticos que ofrece Tangancícuaro privilegian el ecoturismo. Hay posibilidad de relajarse tranquilamente en los balnearios cuyas aguas brotan de manantiales cercanos, emprender un paseo en el Parque Nacional y cruzar en lancha el hermoso y cristalino Lago de Camécuaro, calificado como una de las maravillas de Michoacán.
Las celebraciones de Tangancícuaro abrazan motivos religiosos y cívicos, de manera que no pasan desapercibidos los días que se celebra La Candelaria (2 de febrero), la Virgen de la Asunción (15 de agosto), Santo Cristo (19 de septiembre), Virgen de Guadalupe (12 de diciembre), aniversario del Grito de Dolores (16 de septiembre) y del inicio de la Revolución Mexicana (20 de noviembre). En estas fechas las calles y la plaza principal se adornan con papel picado y puestos donde se comercializan platillos gastronómicos regionales y artesanías.
LAGO DE CAMÉCUARO
Este maravilloso santuario natural cuya fama ha rebasado las fronteras mexicanas, sin excepción, cautiva con su belleza a cuantos lo visitan. Junto con los alrededores, fue decretado Parque Nacional en 1940, por el entonces presidente de la república Lázaro Cárdenas del Río.
Circundado de una nutrida vegetación siempre verde que incluye frondosos ahuhetes y sabinos, el Lago de Camécuaro se forma a partir de las emanaciones de más de 1,300 manantiales de agua fresca y cristalina. Gracias a que cuenta con profundidades que llegan a los 5 o 6 metros, es factible practicar el buceo. Igual de relajante resultan los paseos en lancha o alojarse en los alrededores con ayuda de una casa de campaña.