Durante las ya tradicionales manifestaciones religiosas del Viernes Santo en Michoacán, destaca el uso de imágenes religiosas de los siglos XVI al XVIII en las procesiones que se llevan a cabo en Tzintzuntzan, Pátzcuaro y Tlalpujahua, entre otros lugares.
No menos relevante es la muestra de fervor que tiene lugar en Tzintzuntzan, pues quizá sea este el punto más claro de diferencia entre las manifestaciones michoacanas y las que tiene lugar en el resto del país.
Por la mañana se dejan ver los personajes de Barrabás y Judas, que hacen travesuras a los visitantes.
Pero en el transcurso del día son los “penitentes” quienes se convierten en los personajes protagónicos por la forma en que pagan sus promesas al Santo Entierro.
Vestidos tan solo con un cendal y capucha, los fieles varones de Tzintzuntzan practican una inusual forma de penitencia que consiste en correr alrededor del pueblo con el rostro cubierto mientras se infligen diversos castigos físicos.
En esta ancestral muestra de fe sobresale el uso de grilletes en los tobillos, instrumentos que les quedan tan ajustados que no les permiten apoyar toda la planta del pie en el piso, obligándolos a correr de puntas.
Además, algunos amarran lazos desde sus muñecas hasta la cadena que une los grilletes, pasándolo por sus partes nobles y otros añaden a esto una especie de fuete con clavos en las puntas para castigar sus espaldas en el trayecto.
Se dice que los grilletes pertenecieron a los antiguos conquistadores ibéricos, que los utilizaron para traer y controlar esclavos en la Nueva España.
Como las mandas solo se valen si se practican con los instrumentos originales, los últimos participantes deben esperar a que alguno de los primeros concluya su ruta de penitencia para tomar de él las herramientas de tortura.
De manera simultánea, durante el día se realizan las representaciones de “la judea” con el Prendimiento de Cristo y los tribunales de Herodes y Pilato, mismos que concluyen con la condena de Cristo, para dar inicio al Vía Crucis que recorre las 14 estaciones alrededor del gran atrio parroquial, en el que también intervienen las imágenes de los personajes bíblicos.
El acto concluye con la Crucifixión y Muerte de Cristo y el Sermón de las Siete Palabras.
Cabe destacar que en la crucifixión se utiliza un Cristo de pasta de caña con goznes del siglo XVI, así como Dimas y Gestas, los dos ladrones, siendo el único lugar que conserva las figuras del Calvario de pasta de caña, como solía haber en las parroquias de la región en los inicios de la evangelización.
Al atardecer se lleva a cabo la Procesión del Santo Entierro, al que acompañan numerosas imágenes de personajes bíblicos y de Cristo, haciendo un recorrido por las principales calles de la población.
Ya en la noche inicia la velación del Santo Entierro, con rezos y cantos, mientras que todos los fieles acuden con velas encendidas.
En Tarímbaro se realiza “la judea” desde la mañana y concluye con la crucifixión. También hay actividades por la tarde, destacando la visita a los enfermos, que realiza el párroco junto con los feligreses, entre rezos y cantos, portando grandes antorchas, en tanto que la casa del visitado se arregla con tapetes de aserrín de colores y flores.
En Indaparapeo las representaciones también inician por la mañana y al anochecer, se lleva a cabo una ceremonia única en el templo, donde el sacerdote da el Sermón de las Siete Palabras “en tinieblas”, para lo cual se apagan las luces y se emiten sonidos tétricos e impresionantes y a partir de las ocho de la noche se efectúa la Adoración del Santo Entierro. Los fieles acuden portando lamparitas moradas.
En Pátzcuaro, además de “la judea”, por la noche se realiza la Procesión de Imágenes de Cristo, antiquísima tradición en la que participan numerosas comunidades de la ribera e islas del Lago.
Hombres y mujeres llevan los Cristos de diferentes tamaños mientras entonan saetas, antiguos cantos que forman parte de esta tradición.
Los Cristos son de pasta de caña, técnica realizada por manos indígenas desde antes de la conquista española para la elaboración de sus dioses y luego de la conquista, para la de vírgenes y santos.
En Morelia destaca la Procesión del Silencio inicia a las 19:00 horas, con un recorrido que dura alrededor de tres horas, comenzando en el templo de Mater Dolorosa para arribar después al Santuario de Guadalupe y de ahí hacia Capuchinas.
Los feligreses participantes, junto con los miembros de las diversas cofradías devotas acuden encapuchados para acompañar a la Virgen de la Soledad portando velas encendidas, mientras un grupo de personas llevan tambores que hacen sonar acompasadamente durante todo el trayecto.
Por otra parte, se interpretan Saetas frente a diversos balcones elegidos como los más bellos de la Avenida Madero y otras calles.
En el viernes santo destacan también las representaciones de Charo, La Piedad, Aquila, Ucareo, Villa Morelos, Tangamandapio, Pichátaro y Panindícuaro, entre otras. En esta última localidad, durante la Procesión del Santo Entierro se llevan imágenes del siglo XVI y la Virgen de la Soledad, que se dice, es una talla española.